Columna U. de Chile: ¿Por qué seguir llamándole “extensión” a la Extensión Universitaria?

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En un mundo en constante transformación, donde las universidades enfrentan demandas sociales cada vez más complejas, el término “extensión universitaria” sigue siendo motivo de debate. Algunos argumentan que el concepto es insuficiente para capturar la amplitud de las interacciones entre la universidad y la sociedad, mientras que otros sostienen que es una noción anclada en una lógica unidireccional de transferencia de conocimiento. Sin embargo, para la Universidad de Chile, “extensión” sigue siendo una palabra que encapsula no solo un legado histórico, sino también una perspectiva crítica y transformadora asociada a la generación de bienes públicos, que conecta profundamente con las raíces de la educación pública y el compromiso universitario con el desarrollo de la sociedad.

 

Un término con historia y significado

Hablar de “extensión” es reconocer el rol histórico de la universidad como un puente entre el conocimiento académico y la comunidad. Este concepto, lejos de ser una simple etiqueta, refleja el compromiso de las instituciones públicas con la democratización del saber y la atención a las necesidades sociales. Desde su origen, la extensión universitaria ha implicado la difusión de ideas, el acceso al conocimiento y la interacción con los territorios, la detección de necesidades, siempre con un enfoque crítico hacia las problemáticas sociales y culturales.

Aunque el término puede parecer limitado en un contexto donde la relación universidad-sociedad ha evolucionado hacia modelos más bidireccionales, su riqueza histórica reside precisamente en su capacidad para adaptarse y resignificarse. “Extensión” no es sinónimo de unilateralidad; es, en esencia, un compromiso con la transformación y la retroalimentación entre el saber académico y las experiencias comunitarias.

 

Una extensión transformadora y bidireccional

La Universidad de Chile ha reinterpretado el concepto de extensión como una práctica que trasciende la transferencia de conocimientos y comprende una relación bidireccional con las comunidades inspirada en el bien público. Esto significa que la universidad no solo lleva su saber al territorio, sino que aprende de las experiencias y realidades sociales que encuentra en su interacción con los diversos actores sociales y se transforma.

En este modelo, la extensión puede entenderse como diálogo, co-creación y aprendizaje mutuo. A través de proyectos que vinculan la investigación, la docencia y la creación artística, la universidad genera soluciones pertinentes y situadas, que responden a las necesidades específicas de las comunidades. Esta perspectiva también permite que el conocimiento académico se enriquezca, al integrarse con las miradas, saberes y prácticas de los territorios.

La extensión, por lo tanto, no es una actividad secundaria o complementaria; es un eje central en la misión de la universidad. Es el espacio donde se construyen redes de colaboración y confianza, donde se abordan problemáticas sociales desde un enfoque interdisciplinario, y donde se concretan los valores de justicia social, inclusión y desarrollo sostenible que definen a la Universidad de Chile como una institución pública.

 

Un nombre que resiste y evoluciona

En una época donde conceptos como “vinculación con el medio” o “responsabilidad social universitaria” intentan posicionarse como alternativas, es fundamental reflexionar: ¿qué ganamos y qué perdemos al abandonar el término “extensión”? Aunque estas nuevas denominaciones destacan aspectos importantes de la relación entre la universidad y la sociedad, existe el riesgo de que diluyan la identidad y el carácter crítico que han definido históricamente la extensión universitaria.

El concepto de extensión no solo abarca términos como pertinencia, bidireccionalidad e impacto, sino que ha sido capaz de abordar procesos complejos de desarrollo y transformación social y cultural. Sin embargo, estos conceptos asociados también tienen limitaciones cuando se trata de describir el alcance total de los desafíos y oportunidades que enfrenta la universidad en su interacción con la sociedad. Por ello, creemos que estas ideas invitan a una discusión más profunda, que atraviesa las funciones fundamentales de la universidad y nos lleva a preguntarnos: ¿para qué y para quiénes investigamos y enseñamos?

“Vinculación con el medio” puede ser entendido como un concepto que describe una relación funcional entre la universidad y la sociedad. Sin embargo, el sentido crítico de la extensión va más allá: permite reafirmar el compromiso ético e histórico de las universidades públicas con la transformación social. Es un reconocimiento de que, aunque el término pueda evolucionar, su esencia permanece vigente: una universidad activa y comprometida en la construcción de una sociedad más justa, inclusiva, equitativa y democrática.

 

La Extensión: más actual que nunca

El término “extensión” no es un anacronismo; es una invitación a repensar el rol de la universidad en el siglo XXI. Es estar atentos a los influjos, demandas y exigencias que las instituciones de educación superior están atravesando mientras aprenden, valoran y preservan su herencia reformista. Al hacerlo, se enfatiza la importancia de adaptarse sin perder de vista los principios fundacionales que han guiado la educación universitaria en América Latina. Lejos de ser una categoría obsoleta, es un recordatorio de que el conocimiento no debe quedarse encerrado en las aulas, sino que debe extenderse hacia las comunidades, enriquecerse con sus saberes y transformarse en acción.

En este sentido, seguir hablando de extensión universitaria no es una cuestión semántica, es un acto de resistencia y reafirmación de un modelo de universidad pública que entiende su labor como un compromiso con la sociedad en la que está inserta. Porque la extensión universitaria, más que un término, es una misión: poner en dialogo conocimientos en aquellos espacios donde más se necesita y, en el proceso, aprender conjuntamente y transformarse para construir un futuro común.

 

 

Por

Pilar Barba Buscaglia, Vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile.

Fabián Retamal González, Director de Extensión de la Universidad de Chile.

 

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